viernes, 29 de julio de 2011

Amy Winehouse, Soul y alma



El sábado pasado, 23 de julio, recibimos una de las noticias más tristes del panorama musical: Amy Winehouse, la princesa del Soul, la voz blanca, moría a las 16:00 de la tarde, sola, en su apartamento de Candem (Londres) a los 27 añitos.


La noticia me dejó desolada, con un mal rollo increíble, quiero decir, todos sabíamos como iba a acabar Amy, sabíamos que tenía serios problemas con las drogas, el alcohol y la vida, todos sabíamos que algo no iba bien con Amy. Pero nunca esperas que tanto talento se apague de golpe y de esa manera tan injusta, no te cuadra, no tiene sentido. Como Mama Cass muriendo asfixiada por un sandwich de pavo. Patético y triste.


Y entrando por la puerta grande al club de los 27, como Kurt Cobain, Janis Joplin, Jimmy Hendrix, Jim Morrison...al club de los que vivieron rápido, al club de los que murieron solos.


No se sabe aún qué fue lo que acabó con la vida de Amy Winehouse. Tal vez la abstinencia provocada por dejar el alcohol de golpe pudo con su débil corazón. Tal vez calculó mal la pureza de un chute y, como estaba sola, nadie pudo decirle que se equivocaba (como Janis), tal vez lo tenía todo planeado...Los estudios científico-forenses y toxicológicos acabarán determinando las causas de la muerte de la cantante pero lo que nunca sabremos es lo que se le pasó por la mente, lo que sintió Amy el día de su muerte.


Una de las mejores voces del siglo XXI, resucitó el soul y alcanzó la gloria con sólo dos discos, magníficos (Frank y Back to black).


Pero le pudo la polémica, le pudo el amor y, cuando se quiso dar cuenta, la vida ya le había pasado de largo.


Alma de soul y actitud punk, como la describió la Rolling Stone.


Amy no supo vivir y nadie supo ayudarla.


Lo que está claro es que su música sigue viva, su desgarradora voz servirá de inspiración para todas aquellas niñas que se sienten distintas durante generaciones, su estética volverá a ser tendencia en el cíclico mundo de la moda. Y el mito, sobretodo el mito.


Descansa para siempre, Amy. Que encuentres la paz que no pudiste tener en vida.


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