miércoles, 6 de julio de 2011

Black Swan, crítica.

Hoy voy a hablaros de una de las mayores joyas del cine que he visto en los últimos tiempos, Black Swan o lo que es lo mismo, Cisne Negro.
Recuerdo que fiché la película mucho antes de cualquiera de sus estrenos, porque soy una enamorada de Natalie Portman y voy siguiendo todo lo que hace. La vi ilegalmente en mi casa, subtitulada y con una calidad pésima, pero me enamoré de ella. Luego fui al cine a verla a pantalla grande (aunque el doblaje la jode bastante, como siempre) y salí igual de enamorada.
Me puse a leer críticas y me hice ultrasur de la película en los distintos premios a los que optaba. No ganó el Oscar a la mejor película (aunque podría haberlo hecho perfectamente) pero Natalie Portman se lo llevó todo, incluso ese Oscar que la Academia le debía desde que bordó el papel de Alice en Closer.

De la Portman ya hablaremos (y mucho) más adelante, ahora os dejo la crítica que hice por entonces de la película. Perdonadme el fanatismo.


Y si no la habéis visto, hacedlo. Y si ya la habéis visto, volved a hacerlo. Otra cosa que no os podéis perder, los carteles de promoción como si de un ballet ruso se tratase, os dejo uno.
Aronofsky arrastra al público a las profundidades de la autodestrucción con una sublime Natalie Portman como catalizador
Valoración: *****

A priori resulta sorprendente que un director como Darren Aronofsky, creador de desgarradoras historias como Réquiem for a dream o la soberbia The Westler, haya decidido aborar en su último film el elitista y sutil mundo del ballet.
Pero no se dejen engañar por la estética, Black Swan no es una película cómoda de ver, no le deja a uno tranquilo ni satisfecho, no deshace el nudo que se forma en el estómago de los espectadores mientras la están viendo.
De hecho, Black Swan vendría a completar junto con Réquiem for a dream y The Westler una suerte de "Trilogía de la decadencia". Y es que si hay algo que atrae a Darren Aronofsy son las miserias humanas. Es un gran conocedor de lo que es capaz un ser humano en decadencia, de cuánto puede dar de sí la autodestrucción.
Es un especialista en crear belleza de estas miserias. Elevó a la categoría de obra de arte a un grupo de drogadictos con mono y a un luchador retirado y abandonado. Y ahora hace lo propio con una bailarina sobreprotegida y esquizofrénica en busca de la perfección.
Más allá de la espeluznante historia que nos presenta Black Swan, conviene destacar la grandeza y complejidad de los personajes, los que sin duda hacen creíble la historia.
Por un lado tenemos a la frágil y ambiciosa Nina (Natalie Portman). La bailarina perfecta, la hija perfecta. Exquisita y virginal pero con una personalidad autodestructiva.

La presión del difícil mundo del ballet, el control enfermizo de una autoritaria madre, frustrada bailarina que quiere revivir sus años de juventud a través de su hija, el acoso del coreógrafo (Vicent Cassel), la sombra de una antigua prima ballerina (Winona Ryder) y la amenaza de una joven promesa (Mila Kunis) llevan a Nina a una catarsis en cuerpo y alma hacia la más bella de las locuras.

Excelente interpretación de las secundarias: Bárbara Hershley en el papel de madre está impecable. Con una sola mirada consigue transmitir la angustiosa y tóxica relación que mantienen madre e hija. Sus escenas son las que más malestar crean en el espectador.

Mila Kunis se crece en su interpretación, elevando al propio personaje. Es el ancla con el mundo real y ha sabido transmitirle a Lily su propia juventud y sensualidad.

Pero el peso de la película lo lleva con magistral destreza una maravillosa Natalie Portman que le ha puesto al personaje su fuerza, su corazón y su alma. Hasta parece conocer en carne propia las miserias de Nina. La actriz perfecta dando vida a la bailarina perfecta. Una interpretación de las que hacen Historia y un papel que la ha convertido en la actriz más codiciada de América.

Y es que Portman se deja la piel. Y como se suele decir, en el dolor hay belleza y hay placer. Y ella duele. Vaya si duele.

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